martes, 24 de julio de 2007

He vuelto a tomar café con mi amiga.

-No lo tengo muy claro
-Qué no tienes muy claro.
_Lo que ando buscando
-No entiendo
-Me refiero a que las personas siempre andamos buscando algo, algo que haga que cada día parezca especial. Y nos imaginamos que alguna cosa, por muy pequeña que sea, pueda ser especial. que haga que el día a día no sea tan monotono, y llega un momento en que las cosas especiales, llegan a quedarse en el olvido, de tan especiales que queremos que sean, llegan a ser usuales, y no las tenemos en cuenta. Y por qué andamos buscando en ese día a día cosas especiales? POr qué ese ansia que lo que hacemos cotidianamente sea especial? Simplemente es nuestra forma vivir, especial de cada uno.
-Depende de lo que tu quieras que sea especial. Para unos es levantarse por la mañana y para otros es tirarse en parapente.
-Si, pero para los que se tiran en parapente, si es eso realmente lo que les gusta, llegará un momento en que no sea algo extraordinario, lo hacen asiduamente, porque les gusta, no porque vaya a ser algo especial. Si, quizás el primer día recordarán como se sintieron al notar que el suelo desparecía de sus pies, las maravillosas vistas que vieron, las sensaciones que sintieron, Pero, llegará un momento en que todas esas sensaciones, sentimientos, se hagan cotidianos, entonces recordarán algún momento dado, clave, en el que quizás se sintieron en peligro, o vieron una panoramica tan maravillosa que se quedaron boquiabiertos, o aquella ráfaga de viento que los lanzó hacia arriba, o hacia abajo, Yo que sé
-Pero si eso es lo que desean hacer, Cada vez que se lancen en parapente, sentirán algo nuevo que haga especial esa sensación.
-O cambien de deporte para volver a sentir algo nuevo.
-Quizás lo enfoques de manera erronea. Veras, quizás no seas tu la que quiera sentir algo nuevo o especial. Quizás seas tu la que quieres ser especial.
Hum, es posible. Pero quiero formar parte de esos sentimientos, no ser una mera espectadora, de lo que los demás sientan
-Como dice todo el mundo, primero tienes que sentirte tu meisma especial para ti
-Corta el rollo que eso ya me lo sé de memoria. Si no tienes ayuda externa, por muy positiva que seas contigo misma, si no hay alguien que te valore, además de ti misma, nunca conseguirás valorarte
-Eso que dices suena un poco fuerte, entonces¿Para qué están los amigos, familia y demás?
-Para llenar tu ego, no para valorarte, se supone que para ellos ya eres algo, puesto que te tienen como amiga. La familia es diferente, están ahí porque te tocaron en suerte, no por tus cualidades.
-Pero los amigos pueden cansarse de ti y mandarte a tomar viento.
-Entonces ya no serían amigos
-Pero los amigos tambien son personas, y se cansan. Si aún los tienes ahí es por algo.
- Bueno ya seguiremos hablando en otra ocasion
-

domingo, 22 de julio de 2007

U 2

viernes, 20 de julio de 2007

la oreja de van gogh

cuentame al oido


jueves, 5 de julio de 2007

mana



pues como que no lo sé

martes, 3 de julio de 2007

Domingo por la tarde

Domingo por la tarde. Hacia el oeste el cielo no presagia nada bueno. Aun así, nos decidimos. Total, sólo será un pequeño paseo por la ría, sin salir de su cobijo, no iremos mar adentro, como en otras ocasiones. Será un paseo tranquilo en la pequeña embarcación que alguien le ha prestado. En el muelle de un pueblo cerca de la ciudad, corre una ligera brisa, el sol brilla, y mirando hacia el este todo está despejado.
Nos ponemos en marcha, a medida que nos alejamos del pantalán, la brisa se convierte en pequeño vendaval, la bocana de la ría, nos envía vientos templados, que hace que la pequeña chalupa se escore de un lado hacía el otro. Al fin, cogemos la "corriente buena" esa que nos lleva hacia los castillos, esa que si el capitán, mi capitán, se descuida un poco, te lanza mar adentro, hacia un oceano, que preveo embravecido.
Hacia la derecha un cielo azul turquesa, invita a seguir navegando más allá de los límites recomendados, hacía la derecha y a lo lejos, unos nubarrones negros arrastrados por el viento, se mueven a lo largo de la linea de la costa, sin llegar a tocarla, invitan a echar amarras y dejarlas pasar sin ser molestadas.
Miro hacia atrás, la ciudad se aleja.
A derecha e izquierda se levantan los montes, que hacen de la ría un lugar navegable, aún cuando fuera el mar brame como toro enloquecido. El verde de helechos, tojos y matorrale se hunde en el mar en las orillas, transformándose en parte de él.
Delante de mi, un camino recto, llano, aún asi, el viento, dificulta la marcha.
Ya estamos entre los dos castillos. Nuestra intención es llegar hasta la boca de la ría y allí dar vuelta.
En un instante, el viento cambia de lado, ya no da de frente, da de espaldas. Este cambio repentino hace que la barca se mueva peligrosamente, Me agarro con fuerza, primero al asiento, después al parabrisas (Si es que se llama así) noto como las gotas del mar me bañan la cara y me empapan la ropa. Cojo tu brazo, y te grito "Da la vuelta" Y veo tu cara esforzándose por no transmitir tus temores de un posible naufragio. La tormenta está sobre nuestras cabezas. Imposible dar vuelta, el viento nos envuelve. Ya casi hemos logrado nuestro objetivo ,llegar al final de la ría, o al principio, según se mire. La corriente y el viento nos llevan hacia mar abierto.
Señalas la pequeña cala que se forma bajo de las baterías militares. Allí estaremos bien hasta que se calem la tormenta.
El pequeño entrante en el monte está en calma. Al fondo hay una pequeña cueva, tan solo un mordisco en la roca, atamos allí la embarcación. Y ponemos pie en tierra. Buf, que alivio pisar tierra firme. Nos dirigimos hacia los edificios, en otros tiempos mejores formaron parte de la primera defensa de la ciudad, y ahora en ruinas. La lluvia nos empapa completamente. Allí hay uno que aún conserva el techo. Corremos hacia el. Llegamos casi sin aliento, temblando de frio, calados hasta los huesos ¿Cómo entrar en calor? La respuesta estaba fuera. Un tímido rayo de sol empezaba a ganar la batalla a la tormenta.

Fin
Saraiba