domingo, 4 de octubre de 2009

LA BRETAÑA III



Video realizado por zeltia


Y Llegó el jueves, este día lo teníamos reservado para Rennes. Allá nos fuimos todos, menos arnoia, que optó por quedarse en Cancale..
Lo primero que hicimos al llegar a Rennes, fue, tomar un 2º, 3º o 4º petit déjené. Allí, en una terracita, apareció, un tío buenísimo, con su melena rubia, sus vaqueros raídos, y bandeja en mano. Ya no me salía pedir un café o´lait.
Ah si, pero Rennes, Rennes es una ciudad medieval, de la que poco queda después de las numerosas guerras, asedios, batallas que padeció. Hicimos un bonito recorrido Zel y yo callejeando por sus calles, plano en mano, mientras canela y su amorcito, iban de compras.
Ese día por la tarde, no recuerdo que hicimos. Pero , ya por la noche, vino Zel corriendo a avisarnos que en el puerto de Cancale, había una fiesta popular, con sus bailes, su música, su folklore. Allá que nos fuimos. Los bailes eran en forma de rueda o fila, había uno que guiaba y los demás seguían sus pasos. Después de observar detenidamente cómo se movían aquellos pies, allá que lanzo en medio de la rueda. Y cuando intenté agarrar a alguien por la mano, sorpresa, no se agarraba por la mano, sino por los meñiques. Cuando llegué a intuir como iba aquel pasó, se acabó la música. Estuvimos viendo bailar y oyendo un buen rato la música.
El viernes fue el día libre. Cada cual hizo lo que mejor le pareció. Compras de última hora, paseos por Cancale, que bonito pueblo, limpieza de casa. Y Un estupendo paseo al anochecer por un camino que subía y subía hasta llegar a un mirador espectacular, desde donde se veía el pueblo.
Al día siguiente, sábado, tocaba regreso. Bien temprano, nos levantamos, llenamos el coche con todos nuestros bártulos y camino a Poitiers.
Otra vez calor y más calor, Poitiers una ciudad sin mucho carácter. Tan solo mencionaré que allí, se casan a boda por minuto, no creo que mucho más tiempo les lleve.
Y vuelta al tren, allí donde Canela dejó su voz al grito de “Abrid esa puerta”, y la puerta del tren se abrió y por unos angustiosos minutos, canela, creyó haber perdido a su amorcito, que entró al tren por otro vagón, minutos de angustia, hasta que apareció.
Y también angustiosa fue la noche en el mismo tren tercermundista de la ida. Y el calor sofocante. Y por fin, llegamos a Valladolid, y horas más tarde estábamos en casita.
Y se me olvidaba nuestro acompañante Antonio que nos guiaba fielmente por las carreteras de la Bretaña, hasta dejarnos en el mismo centro de la villa “al final de la ca rre te ra, gire a la derecha” “Ha llegado a su destino”

FIN