lunes, 20 de octubre de 2008

El Bolsón

Hacia El Bolsón
No es una bolsa grande, no, no , aunque un detalle con bolsas si hubo.
Nos levantamos por la mañana para ir hacia El Bolsón. Hicimos algunas paraditas. En una de ellas, dejamos la carretera principal, y nos metimos por un camino de monte, menos mal que el coche de Tesorito era apto para estos terrenos, y el conductor, no digamos. Los paisajes eran maravillosos, Estábamos dentro del parque natural de los Alerces:. Montañas, ríos, nieve, árboles, buena compañía ¿Qué más se puede pedir? Sólo que no hubiese nevado tanto y pudiésemos llegar hasta el glacial Gutiérrez, creo que se llamaba, nunca he visto un glacial, creo, quizás en los Pirineos, pero si los ví, no supe que eran glaciales. Pero a la entrada del parque, los guardias, ya nos dijeron que no se podía llegar hasta allí, que pena. Pero bueno, queda para otra ocasión. Me autoinvito
La primera parada fue a orillas de un lago, de cuyo nombre no logro acordarme, aunque casi seguro, sería algunos de estos: Gutiérrez o Mascardi y Guillelmo, con l, Describir los paisajes, sería inútil. Nunca habría palabras para poder hacerlo como es debido, así que, ahí van algunas fotos.




Después paramos sobre un puente, donde se podían ver unas truchas enormes. Y más paisajes maravillosos. Y allí al otro lado de las montañas, estaba Chile. Lo ríos que nacían en esas montañas de en frente iban a desembocar al Pacífico, y los que nacían en las montañas de detrás, salían al Atlántico, justo en ese punto estábamos. Me parece tan lejano, pensar que estuve tan cerca del Pacífico




Llegamos, a El Bolsón, y el tiempo, seguía sin acompañarnos, empezó a llover, allí en aquel valle, entre montañas, y no paró.
Comimos un rico Gulash (Creo que se escribe así) con cerveza de la región, se veía el lúpulo en el vaso.
Después de comer, fuimos a ver el Lago Puelo, verde muy verde, Y más pequeño de lo estaba acostumbrada a ver. Pero no por ello, menos bonito.
Y después nos fuimos de compras a El Bolsón. Entramos en un supermercado a hacer la compra. Después de unas vueltas por allí y otras por allá, conseguimos un champán que se llamaba Concha je je je Y lo cogimos, más je ej je
Y yo, ya un poco cansada de tanto supermercado, salí a fumar un cigarro. Cuando, con sorpresa, veo a arnoia, entre dos guardias de seguridad y sacando toda la compra de las bolsas, en busca del ticket, que, al parecer, no había pagado unas bolsas. Y busca que busca, y el ticket, no aparecía, Y se iban hacia la caja, y volvían ¿Dónde se había metido el ticket? Yo esperaba en la sección, de “andaquetepillé”, con la compra encima del mostrador. Hasta que por fin, apareció el ticket, entre las dos bolsas juguetonas. Y todo quedó aclarado.
Hubo que colocar la compra en la parte trasera de la camioneta, atada y bien atada, Bolsas y más bolsas atadas unas con otras y a su vez atadas a la barandilla del coche. Entre lluvia, o nieve, o no sé muy bien que era aquello que nos caía encima.


Emprendimos el camino de vuelta a Bariloche, y cuando estábamos subiendo uno de los cerros, ya en la cumbre, empezó a nevar tanto que los limpiaparabrisas, no daban hecho, menos mal que el conductor, vale su peso en oro.
Al día siguiente toca Villa La Angostura y conocer a más gente maravillosa.

domingo, 5 de octubre de 2008

Paseo arrayanes e Isla Victoria

Paseo de los Arrayanes e Isla Victoria
Amaneció un día nublado. Y yo, con un gato entre las piernas, que no hacía bueno ese refrán que decía mi abuela “Algo é algo decía a vella con o rabo do gato entre as pernas”, cuando se refería a, si no hay otra cosa….Como decía el día no amaneció muy bueno, menos mal que a Amana, no le hace gracia ninguna madrugar, y escogimos la excursión corta, que empezaba sobre la 1, más o menos, y no la larga que salía a las 9 de la mañana.
De todas formas la excursión en barco valió la pena. Ojo que no fue en un barco cualquiera. Las gallegas no nos conformamos con cualquier cosa. Tenía que ser el más bonito de todos. El Modesta Victoria,

uno de los primeros barcos de este tipo que navegó por las aguas del Nahuel Huapi. Y el micro que recogía a los excursionistas paraba justo en frente de la casa de Amana, y después de esperar un buen rato, descubrimos que ni siquiera era en frente, sino, a la puerta de la casa.
Embarcamos en el Modesta Victoria en Puerto Pañuelo.

Vimos que Amana se dirigía a la cafetería del barco y compraba galletas. ¿Para qué? Le preguntamos. Salió a cubierta, agarró una galleta, la elevó hacia el cielo, y empezaron a llegar las descaradas gaviotas, a arrancarle de la mano la golosina. Claro, yo también quise probar, y que suavecitas son las condenadas. Ras¡ atrapan la galleta y se van con el botín.
Mientras, aunque muy nublado, parecía que el tiempo aguantaba sin llover, pero a medida que nos acercabamos al bosque de los arrayanes, la lluvia fue implacable. Fue hermoso el paseo, aunque pasado por agua. Loa arrayanes suelen vivir solitarios en las orillas de los ríos y lagos, pero aquí era una formación boscosa en toda regla. La corteza era de un color marrón amarillento, y muy, muy fría. Había un paseo que era un entablado de madera. Y allí vimos arrayanes para dar y tomar. Pero nos mojamos mucho y yo tuve mucho frío, que ni aun el calor de Amana, podía mitigar. Así que, al volver al barco nos tomamos unos chocolates bien calentitos. Humm que bien me sentó.
El Segundo destino era Isla Victoria. Allí se puede observar una gran diversidad de flora, autóctona (de cuyos nombres no me acuerdo, mejor mirar el enlace) Y foránea, llevada por el hombre para su uso en la industria maderera, y al final, salió un lugar lleno de árboles como secuoyas, pinos negros, etc que le dan un aspecto esplendoroso. Eso, si de llover, no paró.
De regreso volvimos a repetir el chocolate, que me hacía entrar en calor. Y , se me olvidaba, la parte en que nos tocó un premio, previo sorteo, de una foto gratis en el bosque de los arrayanes.
-¿Qué número tenés?-Nos preguntó el chico
-El 28- respondimos
-Y el número premiado es el….28
Aplausos y más aplausos.
Creo que fue esa noche cuando descubrí el buracco