sábado, 15 de noviembre de 2008

Penúltimo día en Bariloche


Este penúltimo día en Bariloche fue tranquilo por la mañana. El tiempo transcurría con la misma pereza que, me daba a mi pensar que al día siguiente iríamos a Buenos Aires y de allí a Ju Juy. Pero más me animaba aún, saber que en Ju Juy nos esperaba Juana.
Así la mañana iba pasando, en pijama, al calorcito de la casa de Alicia, afuera lucía el sol, pero se intuía el frío que debía hacer.
Entonces tesorito me propuso ir con el a buscar la comida, que consistía en un cochinillo, que había llevado crudo el día anterior a casa de la señora María, que se dedica a hacer comidas para llevar. Un take away artesanal. La señora María es la segunda madre de Clau y aparte del cochinillo nos dio unas
galletitas la mar de ricas. Cuando Tesorito me dijo que fuese con él, yo seguía en pijama. Pero bueno, que más da, las lentillas ya las llevaba Allá me fui a recoger el cochinillo, ya de paso, hicimos una pequeña ruta turística. Visitamos la catedral de Bariloche, donde había vidrieras que representaban, los primeros pobladores de Bariloche, la independencia de Argentina y otros hechos históricos argentinos. Y yo en pijama No nos dio tiempo a ver mucho más, ya que, el cochino asado esperaba en el maletero del coche.
Después de dar buena cuenta del cerdo, y reírnos un rato trinchándolo. Nos dispusimos a hacer una pequeña excursión por los alrededores de Bariloche.
Fuimos hasta el hotel Yao-Yhao, de esos que hacen temblar el bolsillo. Y el frío que hacía allí, me dan escalofríos solo de pensarlo. También vimos fauna del lugar: Caranchos,(Foto abajo) tero-tero, bandurrias, variedad de ibis. Todos ellos aves.
Nos llevaron por la zona de los ricos de Bariloche, y otra vez se distinguía, como en Villa La Angostura por los inmensos socavones en la carretera, o mejor dicho camino. El lugar idílico, grandes bosques, y al lado el lago. Los arrayanes en su forma natural de crecer a las orillas del lago y solitarios. No como en el paseo de los arrayanes que era un bosque.
Y así, se fue haciendo de noche. Y aún no habíamos visto la ciudad en si. Tan solo los alrededores de la casa de Alicia. Y teníamos ganas. Pero ya quedaría para el día siguiente.
Aquella noche, mientras Alicia contaba historias, tesorito veía el Diario de Ferrol en el pc, Arnoia se reía de algo a mi lado, estaba en mente de todos, el inminente viaje que nos esperaba en los próximos dos días.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Villa La Angostura



Villa La Angostura
Está en un extremo del lago Nahuel Huapi, creo que en el norte, pero no estoy segura.
Allí fuimos a casa de Evelyn, una amiga de Alicia, a comer, Una comida muy agradable, con Evelyn, su marido Konrad, amigo de Tesorito, y su hijo. Hablamos de muchas cosas, arreglamos los problemas de Argentina y de España, todos a la vez. El abuelo del Konrad fue uno de los primeros habitantes de Villa La Angostura, misma coincidencia con el abuelo de Tesorito, éste en Bariloche.
Después de comer fuimos a dar un paseo con Evelyn por los alrededores de la villa. Continuaban los extraordinarios paisajes del lago y la montaña, mientras caían unos copitos de nieve
Nos llevaron hacia una urbanización donde los argentinos ricos pasan sus vacaciones, tremendas mansiones, pero así de tremendos eran también los baches que había en esa carretera, y es que he llegado a la conclusión, que en Argentina, cuanto más rica es la gente que vive en una zona, peor está asfaltada la carretera, así en proporciones iguales.
El centro de Villa La Angostura es una calle y a un lado y a otro hay tienditas y restaurantes. Y de repente se acaba el pueblo.
Después de despedirnos de Evelyn, regresamos a Bariloche. Teníamos una cita ineludible con los vascos. Y es que en casa de Alicia, hay grandes bailarines. Y en esta ocasión, los niños, iban a ensayar los bailes vascos, ya que tenían algún antepasado vasco, y los argentinos cuidan mucho sus raíces. Así nos dirigimos hacia la asociación vasca, a llevar a los muchachos, Los dejamos allí y nos fuimos, mientras ellos ensayaban, a ver otro tipo de paisaje.
En Bariloche se pueden ver desde montañas con las cumbres nevadas, hasta un paisaje tipo meseta, allí a pocos km uno del otro. En las inmediaciones del aeropuerto, el paisaje llano, seco y áspero de la meseta se extendía por km, que la vista no llegaba a ver nada más que llanuras. Y fue entonces cuando nos dimos cuenta de la luna, una luna extrañísima, que yo pensé que sería cosa del hemisferio sur. A veces parecía un disco amarillo, enorme, y otras veces parecía menguante. Y alguien dijo, “os fijasteis en la luna”. Hasta le sacamos fotos. Con esta sensación de ver esa luna tan rara, fuimos a buscar a los bailarines, que ya estarían acabando su ensayo.
Entramos en el recinto, y allí vimos las evoluciones de unos cuantos chicos y chicas bailando danzas vascas. Pero lo que me llamó la atención fue ver la foto de Ibarretxe, 20 años más joven, por lo menos, y la gran Ikurriña, expuesta en una de las paredes.
Bueno, lo de la Ikurriña, no me llamó la atención, pero ver a Ibarretxe con todo el pelo en su cabeza, si me llamó la atención. Es como si en el centro gallego ponen la foto de Touriño, También me llamaría la atención.
Y así, después de recoger a toda aquella chavalaza, instalada en la parte de atrás de la camioneta, nos dirigimos al centro de Bariloche, donde descargamos a los jóvenes, y nos fuimos para casa.
Viendo las fotos que habíamos hecho, nos llamó la atención, aquella luna mutante, pero no fue hasta el día siguiente que nos entramos que fuimos espectadores de un eclipse de luna, de ahí que luna fuese cambiando en una sola noche, de luna llena a menguante.
Después, a la noche en casa de Alicia, hubo partida de Buracco, que aunque ya le iba cogiendo el aquel, aún se me escapaba la puntuación.