lunes, 13 de abril de 2009

Regreso a casa

Nos levantamos temprano esa mañana. Por delante nos quedaba un día trepidante, saltando de un país a otro, con ayuda de los aviones, claro está.
Nuestro primer objetivo era llegar a tiempo a coger el enlace de Montevideo a Madrid, tan solo había unos 45 minutos entre el aterrizaje de uno y el despegue del otro. Llegamos a tiempo, embarcamos las maletas más grandes, nos dirigimos a la puerta correspondiente, y a la hora exacta, llaman a los pasajeros para meterse en el avión. Nos metimos en el micro que nos llevaba al avión. Y entonces, entonces, oí como llamaban a los propietarios de algunas maletas, entre ellas estaba arnoia. Di un salto en el asiento del micro, y me llevaron allí de donde sale el equipaje, allí estaba mi maleta. Y unos cuantos polis vestidos de paisano,
-“¿Alguna de esas valijas es suya? “
- Si, esa es mía
- Por favor, ábrala
-Pero…¿Por qué?
-Por si las dudas señora, hemos visto por el escáner algo sospecho.
Nerviosa, aún no sé cómo, conseguí abrir la maleta. De allí saqué las bragas de último uso, camisetas, pantalanos. Y allí que parecen los yuyitos
-Eso, señora ¿Qué es eso? Démelos, por favor
Miradas de complicidad entre los polis “ A estas las hemos pillado” Les echaron a los yuyitos un líquido que, menos mal dio el color adecuado, es decir estábamos limpias de cualquier tipo de sustancia ilegal.
Después apareció una cajita de cactus, en la que yo había metido otros yuyitos
-A ver ese, por si las dudas, vos sabés
-Sólo son yuyitos hierbas típicas en ju juy

Yo ya no sabía nada, entre 4 polis, arnoia allí al otro lado, mis manos temblaban, El corazón se salía del pecho.
´-Si, si señora ¿Qué son yuyitos?
Pero si en Argentina todo el mundo sabía que eran yuyitos.
Otra vez líquido, otra vez el color correcto.
-Disculpen las molestias, solo es por si las dudas-Esta frase me quedó grabada en la mente.
-Podés recoger, las cosas, todo está correcto.
Yo no era capaz de recoger nada, los polis me ayudaron a cerrar la maleta, la muy puñetera, no se quería cerrar. Me sentaba encima y entonces no podía echarles el cierre. Me levantaba y no podía acabar de cerrarla, salía por aquí la manga de un jersey, por allí la pata de un pantalón… Al final pude cerrarla, pecharla. Ponerle la correa identificativa, quizás esto lo pusieron los polis, no lo sé.El caso que salimos del aeropuerto de Buenos Aires, hacia el de Montevideo, con las dudas si nos volvería a pasar lo mismo en las diferentes aduanas que aún teníamos que pasar.
Cuando llegamos a Carrasco, nos dijeron que nuestro avión se había retasado 8 horas, ya que no daba tiempo a pillar el enlace.
Y allí estaba yo, deseando fumar, y no había ningún sitio permitido para este fin, así que me hice la dueña del baño de señoras y allí con arnoia vigilando por si venía la guardia de seguridad, que de vez en cuando se daba un paseíto gritando “Señoras no se permite fumar en los baños” Como fugitiva, me fumé un cigarro, después aparecieron otras chicas a fumar, casi todas españolas, entonces arnoia se quedaba en la puerta y nos hacía de vigía. Ays cuantos traballiños
No tuvimos más problemas en todo el viaje, solo recuerdo que al embarcar en Madrid hacia Santiago, mi maleta dejó un rastro de líquido de lentillas. Cuantos porrazos debió de llevar, bueno, como no era mía, que era de arnoia jajajaja
Y aquí se acaban las aventuras de dos gallegas en Argentina.
FIN


Agradecimientos
Clau por enseñarnos tan bien Buenos Aires y cuidarnos en el piso de steffy.
Sobrino de Clau por irnos a buscar al aeropuerto
Steffy por dejarnos invadir su piso
Alicia por su recibimiento y acogida en Bariloche
Tesorito por ser tan buen taxista
Alicia´s family por las molestias causadas
Gladys por cocinar tan bien
Juanita por su recibimiento y acogida en Jujuy
César por hacer tan bien de taxista
Juanita´s family por las molestias causadas.
Y a todos cuantos he conocido en Argentina
Y a ti arnoia por la compañía y hacer de vigilante en el aeropuerto de Carrasco

jueves, 9 de abril de 2009

Ultimo día en Jujuy y regreso a Buenos Aires

Este último día en Jujuy, pasó rápido, realmente fue medio día sólo.
Por la mañana fuimos a un mercadillo de ropa usada, kilos y kilos de ropa dispuesta según prendas, aquí faldas, allí camisas, más allá abrigos, gorros, pijamas, calcetines, todo lo que uno se pueda imaginar, esa ropa venía de todas partes del mundo, hasta algo de Marruecos, creo que vimos. Todo ello debajo de un toldo oscuro. Amaná se lo pasó pipa, mirando todo, todo.
Allí quedó el mercadillo, porque imaginando la procedencia primaria de aquella ropa, no me apetecía mucho revolver en ella.
Después del mercadillo fuimos a comer, claro , el último día y no comer, sería faltar a nuestros principios. Comimos una especie de humitas; unas picantes y las otras normales, muy ricas todas ellas.
Y llegó la hora de las despedidas, que difíciles se hacen. Así que lo dejaremos así.
Y vuelta al suplicio de no poder fumar, menos mal, que allí estaba uno de los Morancos, el mayor, transformado en conductor de micro, y una vez pasados los peajes, allá que me fui a la cabina de los conductores a tomar mate y a fumarme unos pitillos, en la compañía del conductor-moranco y el azafato del micro., que me sentaron de maravilla después de la cena.
Poco antes de la cena tuvimos control de narcóticos, pararon el autobús y hubo registro de bolsos, maletas, y algunas personas, por parte de las autoridades. Esa ruta que estábamos haciendo venía directamente de Colombia. No se esmeraron mucho en el registro, pero allí estuvimos parados como una hora.
Después del desayuno hubo otra vez charleta con los conductores en la cabina, tomando mate, fumando, que maravilla, hasta llegar a la 1ª estación de micros en Buenos Aires, a una hora más o menos de la central.
Llegamos por la mañanita, pillamos un remix, y al piso de Steffy a preparar todo para, al día siguiente partir hacia casa..
Pero aún nos faltaba la última comida en Buenos Aires, allí conocimos a un amigo de Alicia, un argentino que se fue a Venezuela hacía años, y regresaba de vacaciones después de no sé cuanto tiempo sin pisar la patria. Muy amable, pero no recuerdo su nombre.
Por la tarde la dedicamos a descansar un poco, y después arnoia y yo fuimos a dar una pequeña vuelta por el barrio. Hicimos las últimas compras, las que se nos habían olvidado y algunas más. Cenamos toblerones con champán, como despedida. Y a la cama que al día siguiente había que madrugar.