Paseo arrayanes e Isla Victoria
Amaneció un día nublado. Y yo, con un gato entre las piernas, que no hacía bueno ese refrán que decía mi abuela “Algo é algo decía a vella con o rabo do gato entre as pernas”, cuando se refería a, si no hay otra cosa….Como decía el día no amaneció muy bueno, menos mal que a Amana, no le hace gracia ninguna madrugar, y escogimos la excursión corta, que empezaba sobre la 1, más o menos, y no la larga que salía a las 9 de la mañana.
De todas formas la excursión en barco valió la pena. Ojo que no fue en un barco cualquiera. Las gallegas no nos conformamos con cualquier cosa. Tenía que ser el más bonito de todos. El Modesta Victoria,
uno de los primeros barcos de este tipo que navegó por las aguas del Nahuel Huapi. Y el micro que recogía a los excursionistas paraba justo en frente de la casa de Amana, y después de esperar un buen rato, descubrimos que ni siquiera era en frente, sino, a la puerta de la casa.
Embarcamos en el Modesta Victoria en Puerto Pañuelo.
Vimos que Amana se dirigía a la cafetería del barco y compraba galletas. ¿Para qué? Le preguntamos. Salió a cubierta, agarró una galleta, la elevó hacia el cielo, y empezaron a llegar las descaradas gaviotas, a arrancarle de la mano la golosina. Claro, yo también quise probar, y que suavecitas son las condenadas. Ras¡ atrapan la galleta y se van con el botín.
Mientras, aunque muy nublado, parecía que el tiempo aguantaba sin llover, pero a medida que nos acercabamos al bosque de los arrayanes, la lluvia fue implacable. Fue hermoso el paseo, aunque pasado por agua. Loa arrayanes suelen vivir solitarios en las orillas de los ríos y lagos, pero aquí era una formación boscosa en toda regla. La corteza era de un color marrón amarillento, y muy, muy fría. Había un paseo que era un entablado de madera. Y allí vimos arrayanes para dar y tomar. Pero nos mojamos mucho y yo tuve mucho frío, que ni aun el calor de Amana, podía mitigar. Así que, al volver al barco nos tomamos unos chocolates bien calentitos. Humm que bien me sentó.
El Segundo destino era Isla Victoria. Allí se puede observar una gran diversidad de flora, autóctona (de cuyos nombres no me acuerdo, mejor mirar el enlace) Y foránea, llevada por el hombre para su uso en la industria maderera, y al final, salió un lugar lleno de árboles como secuoyas, pinos negros, etc que le dan un aspecto esplendoroso. Eso, si de llover, no paró.
De regreso volvimos a repetir el chocolate, que me hacía entrar en calor. Y , se me olvidaba, la parte en que nos tocó un premio, previo sorteo, de una foto gratis en el bosque de los arrayanes.
-¿Qué número tenés?-Nos preguntó el chico
-El 28- respondimos
-Y el número premiado es el….28
Aplausos y más aplausos.
Creo que fue esa noche cuando descubrí el buracco
4 comentarios:
¡Que lindooooo!
Aunque... bueno... eso de arriesgarse con las gaviotas... con lo que se la pasan haciendo popó encima de todo... no se si me gustaría un bombazo de esos, si en un descuido y un apasionado agarre de galletas me toca.
¡Sigue contando mas!
Besitos
jajajaja No te creas piel de letras, que no las tenía yo todas conmigo, por esos bombazos jajajaja
si, sí, mucha suerte me parece a mí!, como fuera el sorteo como en el autobús aquél...
:)
jajajaja zel es que el chci fue alumno de amaná jajajajaja
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