Recoleta
Salimos de casa dispuestas a ver El Barrio de La Recoleta. Antes de ir hacia allí, nos paramos unos momentos en el jardín botánico, no mucho tiempo , porque ese día teníamos muchas cosas que hacer, entre ellas, coger, uys perdón, comprar, los billetes hacia Bariloche, segundo destino de nuestro periplo por Argentina.
El Jardín Botánico, tiene muchas especies vegetales, de todas partes del mundo. Y una especie animal, los gatos que se cuentan , creo que a cientos.
Y después de esta visita que nos quedaba en camino, nos fuimos a La Recoleta, primero al cementerio, impresionante, lo que la gente puede hacer para guardar unos huesos.
Cada tumba es un mausoleo, cada cual mejor que el del al lado. Allí están enterrados todos los y las argentinas que fueron algo en ese pais, desde los independentistas (héroes nacionales, por supuesto), los presidentes, las mujeres de los presidentes (Evita Perón), hasta los dictadores. También hay algunos casos, como por ejemplo, el empleado del cementerio que ahorró toda su vida para poder enterrar allí a su mujer. Y allí está la estatua del hombre. Un verdadero laberinto donde se puede ver toda la historia de Argentina, mediante apellidos ilustres y otros menos ilustres, pero todos ellos allí reflejados.
Después del paseo por el cementerio, nos adentramos en el Barrio de La Recoleta, donde había tiendas de las firmas más reconocidas en todo el mundo mundial :Tucci, Armani etc etc.
A continuación, tocaba comer, cosa muy importante. Nos fuimos al Museo Nacional de Arte Decorativo. Toda la calle en la que se encuentra este museo, está llena de casas coloniales, ahora embajadas de diferentes países. Y el museo no iba a ser menos. En el exterior tiene un patio que está convertido en restaurante, y allí decidimos comer, hacía un día estupendo, sol, un vientecillo, fino. Reservamos mesa y nos fuimos a ver la casa, allí tuvimos la suerte que había una exposición de Rodin, y entre ver las esculturas y la casa, que era una maravilla, se nos pasó rápido el tiempo.
Al salir lucía el sol y en la terraza del restaurante se estaba de maravilla. Pedimos de comer cosas como croques de pollo, tartaletas de verduras, y ensalada. Tardaron un poco en servirnos, tres cuartos de hora o más, y el sol se fue, quedamos en la sombra, y ese vientecillo fino del que antes hablaba, se convirtió en vientecillo helado. del polo sur. La comida se congeló y nosotras también. Nos largamos de allí casi sin pagar, porque tardaron como otra media hora en cobrarnos. Y había que coger los billetes para Bariloche.
Nos tomamos un cafelillo reconfortante en una cafetería, no recuerdo el nombre, pero era una de esas cadenas tan famosas en Argentina. Y nos hinchamos a pinchos dulces que el camarero no paraba de ponernos.
Ya en la estación de autobuses, para resumir, nunca en mi vida había visto tantas compañías de autobuses o micros juntas. Corrimos de un lado para otro para ver cual de ellas nos convenía más. Bariloche bus, vía del norte, vía del sur, al final nos decidimos por Flecha Bus. Una de tantas.
Ya con los billetes en la mano. Nos fuimos a descansar, antes hubo otra vez sesión de hadas. Al día siguiente nos esperaban 1800 km en micro. Pero esto ya es otra historia
El Jardín Botánico, tiene muchas especies vegetales, de todas partes del mundo. Y una especie animal, los gatos que se cuentan , creo que a cientos.
Y después de esta visita que nos quedaba en camino, nos fuimos a La Recoleta, primero al cementerio, impresionante, lo que la gente puede hacer para guardar unos huesos.
Cada tumba es un mausoleo, cada cual mejor que el del al lado. Allí están enterrados todos los y las argentinas que fueron algo en ese pais, desde los independentistas (héroes nacionales, por supuesto), los presidentes, las mujeres de los presidentes (Evita Perón), hasta los dictadores. También hay algunos casos, como por ejemplo, el empleado del cementerio que ahorró toda su vida para poder enterrar allí a su mujer. Y allí está la estatua del hombre. Un verdadero laberinto donde se puede ver toda la historia de Argentina, mediante apellidos ilustres y otros menos ilustres, pero todos ellos allí reflejados.
Después del paseo por el cementerio, nos adentramos en el Barrio de La Recoleta, donde había tiendas de las firmas más reconocidas en todo el mundo mundial :Tucci, Armani etc etc.
A continuación, tocaba comer, cosa muy importante. Nos fuimos al Museo Nacional de Arte Decorativo. Toda la calle en la que se encuentra este museo, está llena de casas coloniales, ahora embajadas de diferentes países. Y el museo no iba a ser menos. En el exterior tiene un patio que está convertido en restaurante, y allí decidimos comer, hacía un día estupendo, sol, un vientecillo, fino. Reservamos mesa y nos fuimos a ver la casa, allí tuvimos la suerte que había una exposición de Rodin, y entre ver las esculturas y la casa, que era una maravilla, se nos pasó rápido el tiempo.
Al salir lucía el sol y en la terraza del restaurante se estaba de maravilla. Pedimos de comer cosas como croques de pollo, tartaletas de verduras, y ensalada. Tardaron un poco en servirnos, tres cuartos de hora o más, y el sol se fue, quedamos en la sombra, y ese vientecillo fino del que antes hablaba, se convirtió en vientecillo helado. del polo sur. La comida se congeló y nosotras también. Nos largamos de allí casi sin pagar, porque tardaron como otra media hora en cobrarnos. Y había que coger los billetes para Bariloche.
Nos tomamos un cafelillo reconfortante en una cafetería, no recuerdo el nombre, pero era una de esas cadenas tan famosas en Argentina. Y nos hinchamos a pinchos dulces que el camarero no paraba de ponernos.
Ya en la estación de autobuses, para resumir, nunca en mi vida había visto tantas compañías de autobuses o micros juntas. Corrimos de un lado para otro para ver cual de ellas nos convenía más. Bariloche bus, vía del norte, vía del sur, al final nos decidimos por Flecha Bus. Una de tantas.
Ya con los billetes en la mano. Nos fuimos a descansar, antes hubo otra vez sesión de hadas. Al día siguiente nos esperaban 1800 km en micro. Pero esto ya es otra historia
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