lunes, 25 de febrero de 2008

Mis pies tomaron vida

Hoy he visto el mar más calmado, algo gris, reflejo de las nubes que lo sobrevolaban. Una brisa suave jugaba con las olas, éstas se dejaban acariciar y levantaban sus blancas crestas dejando que el viento las tocase. LLegaban a tierra mansamente, lamían la arena, la humedecían, y se retiraban. Una, dos, tres, cuatro olas, calma en la orilla y vuelta a empezar.
Me quité los zapatos y dejé que mis pies anduviesen libres por la arena. Inmediatamente se dirigieron hacia el mar, querían formar parte del juego. La primera impresión fue de salir corriendo antes que la ola los tocase. Pero ellos, con autoridad, decidieron quedarse para probar el roce del mar. Inmediatamente llegó a mi cabeza el estimulo del agua helada "Salid de ahí pies que os vais a congelar" gritaba mi cerebro. Pero ellos adquieron personalidad propia y no querían salir Poco a poco el agua se fue templando. Y pudieron jugar con ella: Chapotearon, saltaron, corrieron, se sumergieron y volvieron a notar el toque del aire, ahora más frío que el mismo oceano.
Las impresiones llegaban al cerebro en oleadas, corrientes electricas que se transformaban en sensaciones concretas, corrían desde los pies a la cabeza, pasando por las piernas, vientre, cuello, recorrían todo mi cuerpo hasta llegar a la cabeza.
Mis pies ya formaban parte del juego, participaban de la diversión sin reglas que limitasen su libertad.

Al mirar hacia el horizonte vi un punto rojo escondiéndose detrás del mar, o tal vez de las nubes, poco a poco fue desapareciendo hasta dejar una estela bermellona detrás de él.

Se terminaba el juego con el mar por esa tarde. Mis huellas quedaron impress en la arena, como pruebas perecederas de la siguiente marea.
Saraiba

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