EL VIEJO CARBALLO
No lo vais a creer. Pero es totalmente cierto.
Un día, paseaba tranquilamente por un bosque, que en mi tierra se dice de Carballos y en castellano de robles. Cuando, ya sabéis, después de un buen yantar. Un irresistible sopor me hizo recostar en aquél que destacaba entre todos. Era un robusto carballo centenario que bien por su vejez o por su ideal posición hacia el nordés, hacía crecer señalando el norte, ese musgo tan típico de los bosques húmedos, convirtiéndolo en él más apetecible para posar mis espaldas; ya quejumbrosas de tanto rodar por esos mundos adelante como las mías, y poder disfrutar de ese bienestar, entre alivio de sentirse arropado por esas dos ramas enormes que crecían a modo de brazos, o quizás, esa sensación de refugio que muchas veces ansiamos los humanos. Pero no me detendré más, aunque debería, en la descripción de este maravilloso paisaje que ante mi se extendía.
Cerré los ojos, al abrigo de aquel robusto árbol. Estaba sintiendo como el sueño me iba abrazando. Yo dejaba que se fuese apoderando de mi Y... Súbitamente, algo me asustó. Ante mi se erguía la silueta de un guerrero, de aquellos de antaño, de los que tanto se habla en mi tierra. Su indumentaría consistía, únicamente, en un torque de oro. Este ornamento rodeaba casi enteramente su cuello a modo de collar, tan solo una abertura en la parte frontal con sus dos grandes bolas en los extremos, hacía intuir, cómo se le había colocado esa anilla dorada al cuello. Esta típica joya celta se la ganaban los hombres y mujeres de este pueblo, cuando se comvertían en héroes, a fuerza de luchar en las incontables batallas en las que se veían inmersos estas gentes guerreras por naturaleza LLevaba consigo sus armas de ley: un arco con sus flechas, su espada y su escudo. Su cuerpo era indescriptible, simplemente diré que era portentoso
-¿Quien eres?- Le pregunté. Un tanto sobresaltada por la repentina aparición
- Soy Cú Chulain. Héroe celta de la más alta alcurnia
-¿Cú Chulain? Me tomas el pelo- Respondí yo, sin poder creer lo que estaba viviendo
Sabía bien la historía de este semidios mitológico celta. Conocido por su bravura, su bellea, su inteligencia, su precoz madurez y sus aventuras. Capaz de transformarse, en un segundo, de pequeño e inocente bebé a bravo guerrero. y enfrentarse a los más diversos peligros.
- No me gusta el pelo humano. Antes bien, prefiero un buen trozo de tu pierna, que un solo pelo de tu estropajosa cabellera. Se me atragantaría en mi noble garganta. ¿Cómo osas decirme esas sandeces?
Entonces sacó, no sé muy de dónde, un gran hacha con el cual, amenazaba cortarme mi buen dotado jamón derecho.
- Está bien, está bien - dije, retrayendo mis piernas hacia mi, y agarrándolas con mis brazos a modo de escudo- ¿Qué quieres de mi, pues?
- ¿Por qué crees que quiero algo de ti? Has sido tu la que te has interpuesto en mi camino
- Perdona,. Pero..... tu has sido él que has interrumpido mi apacible sueño.
- No, Este es mi mundo y tu has irrumpido en él. Sin pedir permiso a los dioses. Has profanado el Bosque Sagrado de los Sabios Druidas Celtas. Allí dónde recolectan las hierbas con su hoz de oro, para hacer sus pócimas mágicas y vencer a los enemigos que nos acechan sin cesar, para curar nuestras dolencias, para decir sus palabras secretas en sus secretas reuniones, y así, librarnos de los males que nos rodean
Ante estas palabras, me quedé muda. Entonces él tomó el mando de la conversación
- ¿A qué tribu perteneces?¿De qué clan eres?¿De dónde vienes?
Yo seguía sin decir nada. No sabía muy bien cómo responder a sus preguntas
- !Vamos, habla¡ O te cortaré la cabeza- Dijo tranquilamente. Amenazándome de nuevo con el hacha, que aparecía y desaparecía por arte de magia.
-Soy Saraiba, de la tribu de los galaicos. Mi clan es él de los coruñeses. Vengo de otro mundo diferente al tuyo, o más bien, debería decir, de otro tiempo, por un despiste de mi imaginación
- Jajajajaja Eres graciosa saraiba. Me haces reir. -Su carcajada se dejó oir en todo el bosque, Sus músculos imponentes se relajaron y me dejó ver su otra cara. La de niño inocente. Entonces, recobrando confianza, me atreví a preguntar.
-¿Qué es lo que te hace tanta gracia?
- Tu imaginación rebelde. Debes tener gran cantidad de sangre de esos bravos guerreros galaicos, a los que dices pertenecer. Ellos llegaron a mi tierra, Eyre, Y se la arrebataron a las tribus que allí habitaban. Fundaron una nueva y gran estirpe de dioses invencibles. Hasta que llegaron los humanos con sus artimañas y el nuevo dios. Relegando a los grandes dioses celtas al más profundo olvido. Pero siguen vivos en mentes rebeldes como la tuya.
- No están olvidados Cu Chulain. Los hombres tienen muchas preocupaciones en las que pensar La gente está muy ocupada inventando nuevas maquinas, pensamientos, ideas, mejorar la calidad de vida de la humanidad. para dedicarse a algo tan lejano como una civilización de la que poco queda. No os habéis esmerado mucho en dejar una huella que perdurara en el tiempo. No hay nada escrito por vosotros que hable de vuestras costumbres. No se conoce vuestra lengua. Ni grandes edificaciones que se puedan estudiar.
- ¿Te refieres quizás a esas máquinas que tiñen de negro el mar, echando la mancha negra, matando todo lo que se pone a su paso? ¿Te refieres a los pensamientos de los nuevos reyes de vuestros pueblos, pensando sólo en destruir? ¿Te refieres a la idea de material que impera en vuestro mundo? Y si hemos dejado nuestra huella. Mira ese árbol en él que estas recostada. Sigue vivo, después de tantos siglos. A pesar de ser guerreros, no hemos destruido nuestra casa.: El bosque, los arboles, los animales, las piedras. Todo sigue igual. Nuestra lengua no se ha olvidado, aún hay tribus que la hablan, pequeños clanes privilegiados. Nosotros no necesitamos escribir, otros pueblos lo han hecho: Romanos, griegos, las mayores civilaciones de la antigüedad han escrito sobre nosotros (No toda la verdad, pero algo han hecho)¿Para qué grandes edificaciones? Nosotros tenemos a la naturaleza de nuestra parte, los elementos de la natura se unen para ayudarnos. Sólo hay que mantenerlos y utilizarlos con sabiduría, como hacen nuestros druidas. Y no destruirla, como hacen los vuestros.
Me quedé asombrada de sus palabras. Aun así quise meter baza, para defender algo a lo que pertenecía, mi civilazación.
- Esas máquinas de las que hablas son petroleros, grandes barcos que navegan por el mar, haciendo la vida más fácil a las personas. LLevan el pètroleo de su lugar de origen hacia tierras lejanas donde no hay, para que todo el mundo pueda beneficiarse de sus ventajas. Alguna vez fallan, no sé si las máquinas o las personas, y surgen accidentes. Pero es una pequeña desventaja en comparación con los grandes beneficios que aporta el petroleo. Los reyes de nuestros pueblos, como tu los llamas, sólo pretenden el bienestar de us respectivas naciones. Por eso tienen esos pensamientos. De vez en cuando, hay que invadir algún que otro país. Pero es porque son un peligro para el resto de la humanidad. En lo del materialismo te doy la razón. Y también es cierto que nos hemos pasado con la naturaleza. Pero mira, ahora, reciclamos para no tener que talar tantos árboles, ni sacar tantas cosas de la tierra. Pero tengo entendido que los griegos y romanos, sólo contaban mentiras de los pueblos celtas.Y ¿Qué me dices de la gran tormenta que azotó los barcos de Ilth ? La naturaleza no estaba muy hermanada con vosotros ¿Eh?
Quería desviar la conversación hacía su historia, que me contase cosas de su época, de su mundo. Por ello le citaba sucesos que venían a mi mente de haberlos leído en libros que trataban sobre la civilización celta
Se quedó unos instantes sin decir nada. Yo pensé "te he pillado" Asombrada aún de mi gran parrafada.
-Hablas mucho, Saraiba. Como todas las mujeres. Usas tus ardices de hembra, para hacerme creer, que tu mundo es mejor que él mio. Y no es así. En mi mundo no necesitamos ese aceite negro que todo lo mancha y emponzoña. Y no hablo sólo de las montañas, el mar o los valles. Hablo también de la mente de los humanos Vivís y lucháis por él. Como lo hacían los romanos por el oro, destruyendo pueblos y regiones enteras por ese metal amarillo, que de nada sirve, tan solo para adormar manos y tobillos. Vuestros reyes, no buscan el bienestar de sus gentes, buscan el poder. Arrebatar tierras y vidas de otros pueblos, en nombre de sus dioses. Mas. el único dios al que adoran. es el dinero. Usas extrañas palabras ¿Reciclar? No sé qué es éso. No debe de ser muy útil
Quise insistir para que él me contase cosas de la civilización celta. Y comencé mis pesquisas. Primero, intenté herir su orgullo, sabedora de la gran estima que le tenían a su valor y bravura.
-Y, dime Cu Chulain ¿Por qué os dejasteis derrotar por un pueblo como el romano? Eráis una nación que no le temiáis a la muerte, ni a nada. Bueno, a algo si le temiáis, Según tengo entendido, vuestro mayor temor era que el cielo se os cayese encima. Y ¿Qué hace esa gran argolla de oro colgada de tu cuello?.
- Las cosas de humanos las resuelven los humanos. Yo no pertenezco a esa etnía. Yo soy Cu chulain. Hijo del Dios Lugh, que manda en el sol, y de Dechtire, hija y nieta de druidas. He sido engendrado una sola vez. Y tres veces he muerto y vuelto a nacer, cada vez con más fuerza y valor. He caido luchando, como ha de hacer un guerrero que se precie de serlo. Por este motivo llevo el torque de oro, distintivo de los grandes heroes y mitos en las leyendas celtas.
Cada vez que pronunciaba una de estas palabras, su transformación era visible, hasta convertirse en un horrendo personaje, con un sólo ojo, sus piernas arqueadas hacia delante y unos largos brazos que no cesaba de mover a modo de molinos de vientos, Me daba la sensación, que de un momento a otro, aparecería un Quijote, luchando contra aquéllos que él creía montruos, a enfrentarse a este portentoso guerrero. Así de grotesca era la escena en la que me veía metida, por un desliz de mi imaginación rebelde. Pero no apareció el tal Quijote, sino que la silueta de Cú Chulain se fue desvaneciendo poco a poco. A pesar del terror que tenía encima, pude articular mi últina pregunta.
.¿Volveré a verte?
Su voz se dejó oir, aún después de desaparecer completamente
- Éso depende de tu memoria celta.
Al dspertar, estas palabras resonaban todavía en mi mente. Realmente, creo que fueron las que me despertaron. Y pensé. La próxima vez estaré preparada. Me levante, mis espaldas crujieron, y encaminé mis pasos hacia el pueblo. Eché un último vistazo al carballo. Sin ninguna duda se parecía en su forma al guerrero celta
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